sábado, 22 de diciembre de 2007

Solemnidad del nacimiento del niño Jesús

Celebraba Francisco, con inefable alegría, el nacimiento del niño Jesús. Prefería la Navidad a las otras solemnidades y la llamaba la fiesta de las fiestas; celebraba ese día a Dios hecho niño pequeñuelo y criado a los pechos de madre humana.
Besaba con avidez, imágenes del niño que representaba en su corazón; lleno de compasión balbucía palabras de ternura.
Quería que en la alegría de esta fiesta los ricos den de comer en abundancia a los pobres y hambrientos. Que para los bueyes y asnos haya más pasto y hierba que lo habitual. Deseaba pedir a las autoridades que obliguen a los pudientes a tirar trigo y otros granos por el camino para que los pájaros, sobre todo las alondras, en tan gran solemnidad, tengan en abundancia.
Recordaba compadeciéndose hasta las lágrimas, las penurias y necesidades que tuvo aquel día la Virgen pobrecilla. Una vez, un hermano recuerda la pobreza de la Virgen y comenta la falta de todo lo necesario en Cristo, su Hijo. Francisco "con sollozos doloridos" se levanta de la mesa y termina de comer sentado en la desnuda tierra. Exalta entonces como virtud real a la pobreza puesto que ha brillado con gran resplandor en el Rey y la Reina. En otra ocasión consultado por los frailes acerca de la virtud que lo hace a uno más amigo de Cristo, les responde como confiándoles un secreto del corazón: «Sepan, hijos, que la pobreza es camino especial de salvación, de frutos muy variados, bien conocidos por pocos»
(cf Vida Segunda de Celano 199-200)

lunes, 3 de diciembre de 2007

Carta al hermano León

Después de postear un comentario -que tomo de la edición de los escritos preparada por Juan Antonio Guerra- te dejo la carta de san Francisco al hermano León, uno de sus primeros hermanos y, según cuentan, muy cercano a él en la forma de vida. En la imagen puedes ver el manuscrito de esta bendición; como firma se ve la Tau -signo de penitencia y conversión- clavada en la cabeza del Hno León.

La carta es la expresión concreta de cómo quería Francisco que fuesen las relaciones de los hermanos: más que las de una madre con su hijo (cf 2Regla 6,8). Y así le escribe Francisco al hermano León.
La carta es uno de los autógrafos que se nos conservan de Francisco. Imposible señalar la fecha en que fue escrita. Su mediolatín, medioitaliano, revela que el texto no ha sufrido retoque alguno. Conserva la frescura de lo acabado de decir y de lo espontáneo. Transpira confianza y cercanía cordial. Familiaridad, ha dicho Francisco para siempre.
La brevedad de la carta no deja espacio para muchos temas, pero sí el suficiente para el blanco y centro del afán de Francisco y de la primitiva fraternidad franciscana: agradar al Señor y seguir sus huellas y pobreza en su ambiente de libertad, de acogedora ayuda y de sometimiento absoluto a la acción de Dios que bendice.

CARTA AL HERMANO LEÓN
Hermano León, tu hermano Francisco: salud y paz.
Te hablo, hijo mío, como una madre. En esta palabra dispongo y te aconsejo abreviadamente todas las que hemos dicho en el camino; y si después tienes necesidad de venir a mí en busca de consejo, mi consejo es este: Compórtate, con la bendición de Dios y mi obediencia, como mejor te parezca que agradas al Señor Dios y sigues sus huellas y pobreza. Y si te es necesario para tu alma por motivo de otro consuelo y quieres venir a mí, ven, León.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Santa Isabel de Hungría

La OFS -Orden Franciscana Seglar- festeja los 800 años del nacimiento de su patrona, Santa Isabel de Hungría. Con ellos festejamos todos los franciscanos. En nuestras Parroquias y en otras en las que no estamos los frailes, se reúnen laicos con la espiritualidad franciscana que viven según la Regla de la "Tercera Orden". Recordemos que de Francisco y Clara el Espíritu fecundó tres familias, la "Primera Orden" es decir la de los compañeros de Francisco que a partir del siglo XVI se conformó en tres "obediencias": Hermanos Menores [a secas], Hnos. M. Capuchinos y Hnos. M. Conventuales, los frailes; la "Segunda Orden" es decir las compañeras de Clara, las Clarisas, hermanas de vida contemplativa; y la "Tercera Orden", los laicos [antigua Orden de los Penitentes], la Orden Franciscana Seglar, OFS. Actualmente encontramos también en la gran familia franciscana a la TOR, Tercera Orden Regular.La vida, la oración y las palabras de Beata Teresa de Calcuta nos impactan, la conocemos, es cercana, contemporánea. Hace ocho siglos esta mujer que recordamos, Isabel de Hungría, también se dejó amar por el amor de Dios, manifestado en Jesús. Les acerco el testimonio de su director espiritual. Es posible que conozcamos gente linda cerca nuestro, con virtudes que nos alegran e interpelan, que nos invitan a ser misericordiosos y a amar. En el sistema tan enorme de la convivencia humana son ellos semillas del Reino que se hacen "alimento" para los que sirven y atienden directamente y también para nosotros a quienes nos muestran tan claramente el sentido de la vida.

De una Carta escrita por Conrado de Marburgo, director espiritual de santa Isabel.
[ISABEL RECONOCIÓ Y AMÓ A CRISTO EN LA PERSONA DE LOS POBRES]
Pronto Isabel comenzó a destacar por sus virtudes, y, así como durante toda su vida había sido consuelo de los pobres, comenzó a ser plenamente remedio de los hambrientos. Mandó construir un hospital cerca de uno de los castillos y acogió en él gran cantidad de enfermos e inválidos; a todos los que allí acudían en demanda de limosna les otorgaba ampliamente el beneficio de su caridad, y no sólo allí, sino también en todos los lugares sujetos a la jurisdicción de su marido, llegando a agotar de tal manera todas las rentas provenientes de los cuatro principados de éste, que se vió obligada finalmente a vender en favor de los pobres todas las joyas y vestidos lujosos. Tenía la costumbre de visitar personalmente a todos los enfermos, dos veces al día, por la mañana y por la tarde, curando también personalmente a los más repugnantes, a los cuales daba de comer, les hacía la cama, los cargaba sobre sí y ejercía con ellos muchos otros deberes de humanidad; y su esposo, de grata memoria, no veía con malos ojos todas estas cosas. Finalmente, al morir su esposo, ella, aspirando a la máxima perfección, me pidió con lágrimas abundantes que le permitiese ir a mendigar de puerta en puerta. En el mismo día de Viernes santo, mientras estaban denudados los altares, puestas las manos sobre el altar de una capilla de su ciudad, en la que había establecido frailes menores, estando presentes algunas personas, renunció a su propia voluntad, a todas las pompas del mundo y a todas las cosas que el Salvador, en el Evangelio, aconsejó abandonar. Después de esto, viendo que podía ser absorbida por la agitación del mundo y por la gloria mundana de aquel territorio en el que, en vida de su marido, había vivido rodeada de boato, me siguió hasta Marburgo, aun en contra de mi voluntad; allí, en la ciudad, hizo edificar un hospital, en el que dio acogida a enfermos e inválidos, sentando a su mesa a los más míseros y despreciados. Afirmo ante Dios que raramente he visto una mujer que a una actividad tan intensa juntara una vida tan contemplativa, ya que algunos religiosos y religiosas vieron más de una vez cómo, al volver de la intimidad de la oración, su rostro resplandecía de un modo admirable y de sus ojos salían como rayos de sol. Antes de su muerte la oí en confesión, y, al preguntarle cómo había de disponer de sus bienes y de su ajuar, respondió que hacía ya mucho tiempo que pertenecía a los pobres todo lo que figuraba como suyo, y me pidió que se lo repartiera todo, a excepción de la pobre túnica que vestía y con la que quería ser sepultada. Recibió luego el cuerpo del Señor y después estuvo hablando, hasta la tarde, de las cosas buenas que había oído en la predicación; finalmente, habiendo encomendado a Dios con gran devoción a todos los que la asistían, expiró como quién se duerme plácidamente.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Carta a un Ministro

Esta carta de san Francisco está dirigida a un hermano de la fraternidad a quien se le confía la animación, el cuidado y la corrección de otros hermanos en lo que hace a la forma de vida -la Regla de la Orden-, a la fidelidad al Evangelio en último término, y que le presenta al poverello de Asís las dificultades que tiene para desempeñar este munus, esta tarea; dificultades que lo llevan a solicitar una carga que piensa es para él más liviana, o más "santa" quizá, como vivir retirado en una casa de oración: "vivir en un eremitorio".
Conviene aqui comentar que: una casa es el lugar concreto donde la Orden se hace visible; a cargo de la animación, cuidado y corrección de los hermanos que viven en una casa está un hermano que se denomina "el guardián" -el que mira por los hermanos-; el Ministro Provincial debe obedecer al guardián de la casa donde reside aunque éste dependa de él a nivel Provincial. Un conjunto de casas constituye una Provincia, a cargo de la misma está el Ministro provincial. Y el conjunto de las Provincias constituye la Orden a cuyo cuidado está el Ministro General. Se puede pensar que esta carta es buena para cualquiera de los tres niveles en los que esta función se desempeña y, más aún, el espíritu de la carta es bueno para cualquiera de nosotros puestos en relación y convivencia con los hermanos que comparten el camino de la vida allí donde el Señor Dios nos ha llamado. Posteo tres párrafos.



Al hermano N., ministro:
El Señor te bendiga.
Te hablo, como mejor puedo, del caso de tu alma: todas las cosas que te estorban para amar al Señor Dios y cualquiera que te ponga estorbo, se trate de hermanos u otros, aunque lleguen a azotarte, debes considerarlo como gracia. Y quiérelo así y no otra cosa. Y cúmplelo por verdadera obediencia al Señor Dios y a mí, pues sé firmemente que ésta es verdadera obediencia.
Y ama a los que esto te hacen. Y no pretendas de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. Y ámalos precisamente en esto, y tú no exijas que sean cristianos mejores. Y que te valga esto más que vivir en un eremitorio.
Y en esto quiero conocer que amas al Señor y me amas a mí, siervo suyo y tuyo: si procedes así: que no haya en el mundo hermano que, por mucho que hubiere pecado, se aleje jamás de ti después de haber contemplado tus ojos sin haber obtenido tu misericordia, si es que la busca. Y, si no busca misericordia, pregúntale tú si la quiere. Y, si mil veces volviere a pecar ante tus propios ojos, ámale más que a mí, para atraerlo al Señor; y compadécete siempre de los tales. Y, cuando puedas, comunica a los guardianes que por tu parte estás resuelto a comportarte así...

viernes, 19 de octubre de 2007

Paráfrasis del Padrenuestro

Cuando Francisco de Asís entregó sus ropas a su padre Pedro Bernardone exclamó: «Desde ahora diré con libertad: Padre nuestro, que estás en los cielos». Desde entonces no dejó de rezar el Padrenuestro, de aconsejarlo a los demás; y de profundizarlo así en la contemplación constante de las intervenciones del «Santísimo Padre del cielo» en la historia de la salvación como en la comunión fraterna con los hermanos que le descubrían que sólo hay un Padre, revelado en el Hijo de su amor, que por su obediencia filial se convirtió en nuestro hermano Jesucristo.
Abajo encontrarán la Paráfrasis del Padrenuestro de San Francisco. Este comentario del Pobrecillo de Asís nos ayudará, ciertamente, al momento de orar con el Padrenuestro, oración que recibimos del mismo Señor, tan sedientos nosotros ahora de aquel "enseñanos a orar" como aquellos bienaventurados hermanos nuestros que estaban frente al Maestro cuando Él hablaba.

viernes, 12 de octubre de 2007

Dios es Espíritu

Sí, algo en nosotros se estremece cuando aquellos que queremos y amamos están cerca y se hacen cercanos y, ya sea que estén bien o estén mal, provocan un vuelco en el corazón sacándolo de otras cosas y atrayéndolo, dejándolo enclavado en ellos; esa cercanía nos abre y nos empuja a dejarlos entrar en nosotros a la vez que queremos estar en su corazón y abrazarlos: en sus aciertos y progresos con un apoyo decidido y vigoroso, en sus desalientos y repliegues dándoles coraje y sugiriéndoles aperturas, en sus desvíos con la corrección firme, sostenida, iluminada y cordial, en su pecado recordándoles e invitándolos a vivir de la misericordia y el perdón de Dios . En eso que se vive y es inefable -por eso todo queda corto al momento de hablarlo- se puede vislumbrar un destello de algo que promete siempre más. Poco a poco, una vez aquí otra allí, como la gota de agua va oradando la piedra, así va metiéndose dentro el Nombre de Alguien que siempre estuvo, siempre está, y siempre estará y se lo comienza a percibir como aquel que promete siempre más, es una Presencia recibida, como del mismo modo su Nombre es revelado; nos es dado a conocer. La unión o comunión de los corazones y las vidas nuestras y esa alegría tan especial y única propia del encuentro así vivido, se da en cada uno a su medida (andaremos en una medida de esta comunión que no es completa mientras estamos peregrinando, medida o porción que crece si el amor que seduce nuestro libre optar, actuar y hacer de cada día nos hace poner los pies en donde el oído del corazón, atento a la Palabra, nos dice), gracias al Espíritu Santo, que es Dios.

Como encuentro Francisco y Clara, en este mundo, no vivieron otro como aquel que experimentaban con Jesús en la Eucaristía. Y desde éste vivían todos los otros estallándolos desde dentro hasta hacerlos alcanzar una medida nueva, la más verdadera y adecuada a la naturaleza de los que se encuentran ... hasta llamar hermano-hermana también a todo lo que el Creador con sus manos providentes hizo. Vivieron la gradualidad del crecimiento de esta unión con gozos y lágrimas; el Alfarero una y otra vez rompía el cántaro para hacerlo más capaz de recibirlo a Él. Vino nuevo en odres nuevos ...(dejemos el tema abierto)

El Domingo es un tiempo consagrado, se puede vivir así. Todo favorece ese día para este encuentro con Jesús en la Eucaristía, encuentro que puede ser vivido en la alegría que desde dentro de las experiencias hace nuevas las cosas de todos los días con gran sencillez y casi sin percibirlo.

Como un granito de arena de la construcción espiritual que cada uno somos, intentaremos poner aquí [link: Lecturas del Domingo] algunas pocas palabras sobre las lecturas de la Liturgia del Domingo. Ya si este intento logra que la atención se concentre de un modo renovado en la Palabra que, en la Iglesia, el Espíritu anuncia a nuestras vidas y además, con el tiempo, provocara una vuelta desde ustedes al blog esto sería fantástico.

jueves, 11 de octubre de 2007

Empezar no cuesta nada ...

Aprovechando que la carpa es ancha aqui estamos. Tomando de lo viejo y de lo nuevo iremos compartiendo desde lo que Francisco y Clara dejan en cada uno de nosotros como sentados a una mesa fraterna, abundante y festiva, sustanciosa y espiritual. El ida y vuelta y al revés irá tejiendo la trama que abrigue el cantar del Espíritu con voces verdaderas y generosas desde la vida vivida y entregada.