viernes, 12 de octubre de 2007

Dios es Espíritu

Sí, algo en nosotros se estremece cuando aquellos que queremos y amamos están cerca y se hacen cercanos y, ya sea que estén bien o estén mal, provocan un vuelco en el corazón sacándolo de otras cosas y atrayéndolo, dejándolo enclavado en ellos; esa cercanía nos abre y nos empuja a dejarlos entrar en nosotros a la vez que queremos estar en su corazón y abrazarlos: en sus aciertos y progresos con un apoyo decidido y vigoroso, en sus desalientos y repliegues dándoles coraje y sugiriéndoles aperturas, en sus desvíos con la corrección firme, sostenida, iluminada y cordial, en su pecado recordándoles e invitándolos a vivir de la misericordia y el perdón de Dios . En eso que se vive y es inefable -por eso todo queda corto al momento de hablarlo- se puede vislumbrar un destello de algo que promete siempre más. Poco a poco, una vez aquí otra allí, como la gota de agua va oradando la piedra, así va metiéndose dentro el Nombre de Alguien que siempre estuvo, siempre está, y siempre estará y se lo comienza a percibir como aquel que promete siempre más, es una Presencia recibida, como del mismo modo su Nombre es revelado; nos es dado a conocer. La unión o comunión de los corazones y las vidas nuestras y esa alegría tan especial y única propia del encuentro así vivido, se da en cada uno a su medida (andaremos en una medida de esta comunión que no es completa mientras estamos peregrinando, medida o porción que crece si el amor que seduce nuestro libre optar, actuar y hacer de cada día nos hace poner los pies en donde el oído del corazón, atento a la Palabra, nos dice), gracias al Espíritu Santo, que es Dios.

Como encuentro Francisco y Clara, en este mundo, no vivieron otro como aquel que experimentaban con Jesús en la Eucaristía. Y desde éste vivían todos los otros estallándolos desde dentro hasta hacerlos alcanzar una medida nueva, la más verdadera y adecuada a la naturaleza de los que se encuentran ... hasta llamar hermano-hermana también a todo lo que el Creador con sus manos providentes hizo. Vivieron la gradualidad del crecimiento de esta unión con gozos y lágrimas; el Alfarero una y otra vez rompía el cántaro para hacerlo más capaz de recibirlo a Él. Vino nuevo en odres nuevos ...(dejemos el tema abierto)

El Domingo es un tiempo consagrado, se puede vivir así. Todo favorece ese día para este encuentro con Jesús en la Eucaristía, encuentro que puede ser vivido en la alegría que desde dentro de las experiencias hace nuevas las cosas de todos los días con gran sencillez y casi sin percibirlo.

Como un granito de arena de la construcción espiritual que cada uno somos, intentaremos poner aquí [link: Lecturas del Domingo] algunas pocas palabras sobre las lecturas de la Liturgia del Domingo. Ya si este intento logra que la atención se concentre de un modo renovado en la Palabra que, en la Iglesia, el Espíritu anuncia a nuestras vidas y además, con el tiempo, provocara una vuelta desde ustedes al blog esto sería fantástico.

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