
La carta es la expresión concreta de cómo quería Francisco que fuesen las relaciones de los hermanos: más que las de una madre con su hijo (cf 2Regla 6,8). Y así le escribe Francisco al hermano León.
La carta es uno de los autógrafos que se nos conservan de Francisco. Imposible señalar la fecha en que fue escrita. Su mediolatín, medioitaliano, revela que el texto no ha sufrido retoque alguno. Conserva la frescura de lo acabado de decir y de lo espontáneo. Transpira confianza y cercanía cordial. Familiaridad, ha dicho Francisco para siempre.
La brevedad de la carta no deja espacio para muchos temas, pero sí el suficiente para el blanco y centro del afán de Francisco y de la primitiva fraternidad franciscana: agradar al Señor y seguir sus huellas y pobreza en su ambiente de libertad, de acogedora ayuda y de sometimiento absoluto a la acción de Dios que bendice.
CARTA AL HERMANO LEÓN
Hermano León, tu hermano Francisco: salud y paz.
Te hablo, hijo mío, como una madre. En esta palabra dispongo y te aconsejo abreviadamente todas las que hemos dicho en el camino; y si después tienes necesidad de venir a mí en busca de consejo, mi consejo es este: Compórtate, con la bendición de Dios y mi obediencia, como mejor te parezca que agradas al Señor Dios y sigues sus huellas y pobreza. Y si te es necesario para tu alma por motivo de otro consuelo y quieres venir a mí, ven, León.
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