jueves, 1 de enero de 2015

Saludo a las Virtudes

San Francisco de Asís
 
¡Salve, reina sabiduría, el Señor te salve con tu hermana la santa pura sencillez!
¡Señora santa pobreza, el Señor te salve con tu hermana la santa humildad!
¡Señora santa caridad, el Señor te salve con tu hermana la santa obediencia!
¡Santísimas virtudes, a todas os salve el Señor, de quien venís y procedéis!
Nadie hay absolutamente en el mundo entero que pueda poseer a una de vosotras si antes no muere. Quien posee una y no ofende a las otras, las posee todas. Y quien ofende a una, ninguna posee y a todas ofende (cf. Sant 2,1). Y cada una confunde los vicios y pecados.
La santa sabiduría confunde a Satanás y todas sus astucias.
La pura santa simplicidad confunde toda la sabiduría de este mundo (cf. 1Cor 2,6) y la sabiduría del cuerpo.
La santa pobreza confunde la codicia, y la avaricia y las preocupaciones de este siglo.
La santa humildad confunde la soberbia y a todos los mundanos, y todo lo mundano.
La santa caridad confunde todas las tentaciones diabólicas y carnales y todos los temores carnales.

sábado, 9 de agosto de 2014

Santa Clara - Carta del Mtro Gral 2014

"Clara en un vórtice de luz"
(Panel de bronce de Angélica Ballan)
***   ***

SOLLEMNITAS
SANCTAE CLARAE ASSISIENSIS
 2014
 Litterae Ministri Generalis Ordinis Fratrum Minorum
  
«En salida»
con la oración, con el corazón abierto al mundo, a los horizontes de Dios.
[Papa Francisco]

Queridas Hermanas,
¡El Señor os dé la paz!

«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús» (EG 1).

Las palabras con las que se abre la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, del Papa Francisco nos introducen inmediatamente en la realidad de una alegría que llena la vida. Es la alegría misma de Cristo, y es una alegría difusiva, que desea comunicarse.

La Iglesia nació en salida: “¡Id!” (cf. Papa Francisco, Homilía en la S. Misa en el Cenáculo, 26.05.2014). Las puertas del Cenáculo no pueden permanecer cerradas: Jesús las atraviesa para que la alegría del encuentro con El Viviente, afiance y consolide a los discípulos en la unidad y haga correr sus pies en el anuncio hasta los confines de la tierra. «La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera. […] La intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión «esencialmente se configura como comunión misionera» (EG 21.23): Dios quiere provocar en los creyentes un “dinamismo de salida” (cf. EG 20-23).
La palabra clara del Papa Francisco invita a la Iglesia a avanzar en el camino de la evangelización. Es una palabra que desafía a cada discípulo, y también a nosotros, hermanos y hermanas.
Escuchando juntos esta invitación, me uno a vosotras en la presente carta, con ocasión de la fiesta de la madre santa Clara, tratando de captar la especificidad de esta exhortación dirigida a vosotras, que habéis abrazado la forma de vida de las Hermanas Pobres.
¿Cómo puede ser leído el mandato misionero dentro de la vida de Clara? ¿Qué cosa tiene que deciros a vosotras y a vuestra comunidad, hoy?
En el permanecer junto a sus hermanas dentro de los muros de San Damián, Clara supo hacerse evangelizadora viviendo con simplicidad y plenitud el Evangelio, y anunciando con la vida la buena noticia. Poniendo todos los días su mirada en el “espejo” que es el Hijo de Dios, fue capaz de dejarse habitar de sus sentimientos, hasta transformarse toda entera en imagen de su divinidad (cf. 3Cta 12-13). La vida que abraza se convierte en testimonio: permaneciendo en la contemplación del Hijo siempre vuelto hacia el seno del Padre, Clara sigue su movimiento “en salida” por amor, su descender haciéndose semejante a los hombre (cf. Flp 2,6-1), uniéndose a ellos en lo concreto de la vida. La encarnación de Jesús es encuentro con la fragilidad, es asunción de la pobreza, es entrega en la humildad, es ingreso en la periferia. Dios entra en la historia habitando los espacios de la marginalidad, allí donde el polvo de las calles de Galilea ensucia los pies, donde las manos están marcadas por heridas y callos, donde la vida se juega en las relaciones cotidianas, en las situaciones de trabajo, en las circunstancias ordinarias.
La vida de Clara no quiere ser otra cosa que seguimiento del Hijo de Dios que se hizo para nosotros camino (TestCl 5), poniendo las propias pisadas sobre las huellas que Él ha dejado (cf. 3Cta 4). Su respuesta a la llamada del Padre, conocida y encontrada a través del padre san Francisco, tiene el significado concreto de habitar con sus hermanas en el monasterio de San Damián permaneciendo abiertas a la vida de Asís, sintiéndose parte de su historia y de su gente, “permeable” a la realidad concreta de la vida de los hermanos. Clara va a vivir en un lugar pobre, marginal, cercano, y esta elección crea para su comunidad la posibilidad de una proximidad con los marginados y pobres. Esta proximidad le permite sentir el aliento de la ciudad, de conocer las heridas, los miedos, las expectativas y las necesidades de la gente. Responde con una acogedora escucha, como vientre que acoge y que se hace caja de resonancia del grito de los pobres al Padre de las misericordias (TestCl 2). Clara vive así su misión: a partir del ir al encuentro de la hermana más cercana, permaneciendo abierta a los hermanos y la gente, estimulándose hasta desear alcanzar Marruecos para obtener el martirio. Clara, dentro de los límites de San Damián, teniendo la mirada fija en Jesús, dejándose habitar por sus sentimientos, puede “dejar entrar” a los hermanos y puede “vivir en salida” hacia ellos, no encerrada en su propia subsistencia y autonomía, sino peregrina y forastera (cf. RCl VIII, 2) en camino hacia el santuario del Otro y la tierra prometida del encuentro con el Otro. Por tanto, es posible estar “en salida”, ser misioneras, alcanzar las periferias, incluso permaneciendo en el monasterio.
Pero ¿cómo se puede traducir en lo concreto de la vida cotidiana?
Una primera modalidad ha sido recordada por el mismo Papa Francisco: «¿Pero y las comunidades de clausura? Sí, también ellas, porque están siempre «en salida» con la oración, con el corazón abierto al mundo, a los horizontes de Dios» (Regina caeli, 1.6.2014). Si rezar es permanecer en la oración de Jesús, a partir de ahí sólo se puede salir en el éxodo del amor que nos impulsa a abrazar el mundo y a todos los rostros. El Hijo es aquél que habita en el Padre, y juntos se ponen al lado de cada hombre, hasta el último.
Hay otras dimensiones de la misión que cada una de vosotras y vuestras comunidades podéis vivir.
Vuestra vida, que se caracteriza por la estabilidad, os hace habitar en un lugar preciso, estableciendo vínculos con un territorio. La estabilidad no es parálisis y clausura, sino enraizamiento y relaciones vitales. Tiene en sí misma, por lo tanto, un valor dinámico. El monasterio puede alimentar una relación “osmótica” con el territorio en el que se encuentra inserto, dejando penetrar la respiración afanosa y cansada de tantos hermanos y hermanas y restituyendo el poderoso y ligero soplo del Espíritu de vida. Dentro de la realidad tantas veces cerrada a la esperanza, la comunidad puede ser testimonio de los horizontes más amplios de la presencia de Dios: con sencillez, mostrando sin demasiados filtros o barreras una auténtica humanidad, una fraternidad posible cuando cada una busca el bien de la otra, y juntas el bien común. Ninguna estructura puede y debe retener el don de la misericordia recibida: «El mismo Señor nos puso a nosotras como modelo para ejemplo y espejo…» (TestCl 19).
Estáis llamadas, en cuanto Hermanas Pobres, a vivir un movimiento de “descentración”, para volver a buscar el centro vital y verdadero, el principio de unidad que las hace coincidir. «Para entender de verdad la realidad, nos debemos “descolocar”, ver la realidad desde más puntos de vista diferentes» (Diálogo del Papa Francisco sobre la vida religiosa, USG. 29.11.2013). Hay un posible y necesario movimiento de descentración qué hacer, de vosotras mismas y de vuestra propia comunidad. El mundo no nace y no termina dentro de los confines de los muros del monasterio. Es fundamental no absolutizar la propia realidad, sino tener la mirada sabia de quien sabe captar la complejidad. Por ello, el mejor punto de observación se puede encontrar en la periferia. Ponerse allí, al lado de los más débiles, de tantos rostros anónimos, ayuda a entender mejor dónde late el corazón del mundo y qué anhela. Allí, en las existencias más marcadas por los fracasos y derrotas, podéis dejar caer la buena semilla de una Palabra de vida.
Es una vez más el Maestro quien nos indica el estilo, tal como lo vemos hacer con la Samaritana. Jesús se sienta junto al pozo, participa del cansancio y de la sed de la humanidad, y allí se deja encontrar por la mujer, atendiéndola en el lugar de su cotidiana fatiga para sacar agua. En el diálogo con ella, poniéndose en escucha de su sed, Jesús la conduce en un camino de verdad y de libertad hasta hacerla reconocer la sed más profunda, acompañándola con misericordia: de esa manera, la mujer puede continuar su camino, convirtiéndose ella misma en “misionera”.
Os pido que, al igual que Jesús, seáis “accesibles”, prontas para recibir a los que se acerquen a vosotras. Sed espejo de su misericordia, para que el encuentro con la Verdad pueda liberar. «La comunidad evangelizadora vive un deseo inagotable de brindar misericordia », se introduce «en la vida cotidiana de los demás, achica distancias», «se dispone a acompañar» con paciencia (EG 24), contemplando el sentido religioso de quien en la vida de cada día lucha por sobrevivir, para «lograr un diálogo como el que el Señor desarrolló con la samaritana» (EG 72), “de persona a persona”, aprendiendo “el arte del acompañamiento” (cf. EG 127-129).
Hay otra manera de vivir el mandato misionero que, creo, puede relacionarse con vuestra misión específica en la Iglesia, me refiero a que sois siempre lugar acogedor para nosotros los hermanos y para muchos misioneros que están expuestos en las primeras líneas de la missio ad gentes. Ser para ellos un regazo en sus retornos, ser para ellos como una posada en donde puedan encontrar el aceite para curar cualquier herida recibida y el vino para refrescarse y renovar las energías en el contacto con Aquel que es el vino de la alegría: es un bello servicio que vosotras podéis ofrecer. Es posible sentirse llamado a anunciar el Evangelio con diferentes actividades o gestos, sin embargo, todos estamos llamados a vivir la caridad con la misma pasión y premura.
Es posible ejercitar hoy el mandato misionero a través de los medios de comunicación, utilizándolos con sabiduría y creatividad, «intentando expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad» (EG 41). Esto requiere una formación para un uso inteligente de los medios de comunicación y el conocimiento de los lenguajes y las nuevas formas de expresión, para comunicar la fe, especialmente a los jóvenes.
Por último, el Papa recuerda que «la Iglesia «en salida » es una Iglesia con las puertas abiertas» (EG 46).
Que el monasterio no sea un lugar cerrado y exclusivo, sino una casa abierta que ofrezca a quien está en búsqueda o que se ha ido por mal camino, a quien desea detenerse o a quien está de paso, el descanso de una oración compartida y de una liturgia bien cuidada, el agua viva de la Palabra, la calidez de un abrazo que comprende, el rostro simple y verdadero de una vida hermosa y de una fraternidad auténtica. La clausura esté al servicio de una relación profunda, libre, intensa con el Señor; la sólida pertenencia a él, contemplado y amado, os lleve a amar con el corazón libre a cada hermano por quien Él ha dado su vida. No os cerréis en vuestras estructuras: permaneciendo en la contemplación, estáis llamadas a ser una señal para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, participando en sus vidas, manifestando con alegría y esperanza, a través de vuestra humanidad, la presencia del Resucitado. Queridas hermanas, he tratado de recoger junto con vosotras algunas provocaciones a partir de la invitación del Papa Francisco.
El Espíritu Santo con su santa operación (cf. RCl X, 9; Rb X, 8) mantenga siempre vuestro corazón, como el de la Madre santa Clara, abierto a recibir y listo para partir. Él os conceda el don de tener una gran humanidad, de «ser personas que saben comprender los problemas humanos, saben perdonar, saben pedir al Señor por las personas» (Papa Francisco, encuentro en el Protomonasterio, 4.10.2013). La oración de intercesión os motive a buscar el bien de los demás y se transforme en una acción de gracias a Dios por ellos (cf. EG 281-283).
A vuestras oraciones confío el camino de preparación del ya próximo Capítulo general.
¡Que el Señor nos conceda vivir en plenitud nuestra vocación de hermanos y hermanas, en la alegría de una vida que se hace anuncio! ¡Felicidades!

Roma, 15 de julio de 2014
Fiesta de san Buenaventura
Doctor de la Iglesia

Fr. Michael Anthony Perry, ofm
Ministro general

jueves, 7 de octubre de 2010

Camilla Battista da Varano - Canonización

El próximo Domingo 17 de octubre de 2010 en Roma se canonizará a la clarisa Camilla Battista da Varano (1458-1524). Posteo aquí, algunos párrafos discontinuos de la carta, que con este motivo, nos escribió el Hno Mtro Gral fray José Rodriguez Carballo OFM, párrafos elegidos porque contienen algunas líneas de los escritos de la hermana Camila.
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Camila Bautista, como madre espiritual y como guía sabia, supo constituirse en modelo de vida y canal de gracia, como ella misma lo dice: «Se necesita ser “cuenca” antes que ser “canal”. Por cerca de veinte años, ésta tu madre fue “cuenca”, trató de custodiar, de contener la gracia en sí misma, después, como “canal”, la ha difundido y escrito a otros».

Al elegir profesar la Regla de Clara de Asís, Camila Bautista le indica a cada cristiano el camino de la pobreza como una forma de dar testimonio radical, como una auténtica martyria: “Esta sierva de Dios compró cara para sí y para los demás la pobreza y a ella sola le tocó pagar el precio; de manera que le costó a ella más cara la pobreza, que la riqueza a los ricos, y la deseó y buscó más, de cuanto el mundo busca el dinero”.

Viviendo plenamente el carisma franciscano, ella le mostró a la Iglesia el camino de la fraternidad como actualización de la koinonia: una fraternidad que pide la renuncia al poder y al individualismo y llama a un amor gratuito, evangélico, generoso, a una caridad crucificada, semejante a la Perfecta alegría de Francisco: “Oh mi Dios clementísimo, si Tu me revelaras todos los secretos de tu Sagrado Corazón y cada día me mostraras todas las jerarquías angélicas, y si cada día yo resucitara muertos, no por ello creería que Tu me amas con amor infinito. Pero en cambio, cuando yo sentiré haber obtenido la gracia de un amor perfecto, es decir, de hacer bien a quien me hace del mal, de hacerle el bien y alabar a quien habla mal de mi, me ofende y critica, solamente entonces, por este signo infalible, Padre mío clementísimo, creeré ser una verdadera hija. Solamente entonces seré conforme a tu amadísimo Hijo Jesucristo crucificado, que es el único bien del alma mía, conforme a Él, oh Padre, que estando en la cruz te imploró por los que lo estaban crucificando”.

Acercándose a sus escritos nos damos cuenta de que la liturgia es el lugar privilegiado en donde escucha la Palabra sacando la luz y la fuerza para cumplir sus decisiones.
“Señor, por la gracia naciste en el alma mía y me has mostrado el camino y la luz y lumen de la verdad para llegar a Ti, verdadero paraíso. En las tinieblas y oscuridad del mundo tu me has dado la vida, el oír, el hablar y el caminar - pues en realidad yo era ciega, sorda y muda a todas las cosas espirituales - y me has resucitado en Ti, verdadera vida, que das vida a cada cosa que tiene vida”.

En la sociedad actual que promueve una religiosidad intimista y frágil, reduciendo la fe a una pulsión emotiva y desencarnada, Camila Bautista le sugiere a toda la familia franciscana un camino seguro: vivir el evangelio con pasión radical y restituir “amor por amor, sangre por sangre, vida por vida”.

sábado, 21 de agosto de 2010

Lectura orante de la Palabra de Dios


Como una rosa muy bella y perfumada -para tomar el símbolo de la entrada anterior- vamos deplegándonos en Evangelio, en la Iglesia y por el mundo, cuando la Palabra de Dios -el Verbo hecho carne, el Logos hecho hombre-, se hace aliento nuevo en nosotros. Cuando nos vamos haciendo hombre nuevo por inspiración del Espíritu y su santa operación y esto mediante la asidua y muy amorosa práctica de la Lectura orante de la Palabra de Dios, de la Sagrada Escritura -entre otras maneras de encontrarse con el Señor en su Iglesia-. Cuando nos dejamos transformar en Caridad, en Amor -en el Agape, que es la mesa del morir a sí mismo, inmersos en el Misterio de la Cruz, para que como vivientes en Él podamos servir y dar Vida-, y así anunciarlo y testimoniarlo sembrando la esperanza de hacer, poco a poco, nuevas todas las cosas.
Un grupo de frailes franciscanos - de los Menores- preparó el siguiente Itinerario. Al compartírtelo pido al Señor Dios, te ayude a volver tu corazón a Él, a mirarte en el espejo que es Jesús, que como dice Clara es el espejo, donde ella se miraba el alma, la mente y el corazón, para tener la belleza del más bello de los hombres, del más dulce esposo y el de más alto linaje.

La lectura orante de la Palabra de Dios
en la vida franciscana

La Palabra de Dios ocupa un lugar central en la vida cristiana y en la vocación franciscana.
San Francisco acogió e hizo suya la Palabra del Evangelio, que es Jesús mismo: “La regla y vida de los hermanos menores es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y seguir sus huellas”.
San Francisco nos pide: “Inclinad el oído de vuestro corazón y obedeced a la voz del Hijo de Dios. Guardad sus mandamientos con todo vuestro corazón y cumplid sus consejos perfectamente” (CtaO 6-7).
Para ello debemos superar “la solicitud y las fatigas de este siglo, y las seducciones de la riqueza, y las concupiscencias de las demás cosas que les penetran y ahogan la palabra” (Rnb 22,16), no sea que “so pretexto de alguna merced, o quehacer, o favor, perdamos o apartemos del Señor nuestra mente y corazón” (Rnb 22,25).
En esta lógica, san Francisco nos exhorta: “Restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son suyos, y démosle gracias por todos ellos, ya que todo bien de El procede” (Rnb 17,17).
Este es el itinerario que Francisco nos ofrece para acercarnos a la Palabra de Dios, leerla, interiorizarla, restituirla y vivirla, personalmente y en fraternidad. He aquí una oportunidad para renovar nuestra vocación. Acojámosla de buena gana.

ITINERARIO PARA LA LECTURA ORANTE

1. Preparación

• El primer momento consiste en invocar al Espíritu Santo, el único que puede hacer comprensible el sentido de la Palabra y prepararnos a una escucha profunda, abierta a lo que Dios ha dicho y a lo que quiere decirnos.

• Iluminados por el Espíritu, podemos quitar los obstáculos físicos, psicológicos y ambientales y centrar la atención en la escucha de la Palabra. Se trata de “escuchar la Palabra con corazón bueno y óptimo”, como dice san Francisco (Rnb 22,17).

2. Lectura y escucha de la Palabra de Dios

• El segundo momento consiste en la lectura del texto, hecha con sencillez y pureza, para captar el sentido global de la Palabra escuchada y verificar su comprensión. Esta lectura debe ser asidua, motivada y alimentada con la fe de la Iglesia: en su seno resuena y ella es quien la administra.

3. Interiorización y asimilación de la Palabra de Dios

• En el tercer momento es conveniente memorizar un versículo-clave que sintetice el sentido global del fragmento que se ha leído. La Palabra memorizada nos acompañará durante la jornada o hasta el momento en que hagamos la siguiente lectura orante, a fin que arraigue en nosotros.


• Es conveniente que cada uno descubra, en un momento de silencio, los condicionamientos (ocupaciones, preocupaciones, afectos, quehaceres, favores... [cf. Rnb 22, 25.26]) que obstaculizan, a él y a su Fraternidad, la recepción de la Palabra escuchada.

4. Restitución

• Es bueno “restituir” a Dios, mediante la alabanza, la acción de gracias, la bendición, la súplica y la invocación, todo cuanto él nos ha ofrecido a través de la Palabra que nos ha dado en el Espíritu y que ha sido leída y compartida como una buena noticia para cada uno y para la Fraternidad entera.


5. Devoción, como voluntad de hacer el bien

• El quinto momento prevé la formulación de alguna propuesta enfocada a esclarecer las actitudes, las opciones y las orientaciones que brotan de la escucha de la Palabra, para crecer en la voluntad de hacer el bien.

“Y son vivificados por el espíritu de las divinas letras quienes no apropian al cuerpo toda la letra que saben y desean saber, sino que con la palabra y el ejemplo se la restituyen al altísimo Señor Dios, de quien es todo bien.” (Adm. 7,4)

miércoles, 23 de abril de 2008

Hágase en mí según tu palabra


Como un pimpollo de rosa apretado que se desenvuelve, perfumado y lleno de belleza, para mostrar toda la Bondad del Padre de las misericordias y el Amor, cada vez nuevo y sencillo, con inmenso Vigor en su pequeñez y fragilidad, así la vocación, la llamada a ser todo de Él, se va expresando cada día y en algunos días con más transparencia.

Acompañamos a Luchy y nos gozamos con ella del Don de Dios.

Nazaret será también su casa como respuesta a una nueva llamada, en verdad la misma de siempre, ahora de esta forma.

Que la pueda vivir en toda su intensidad y belleza con el sí de la Virgen, nuestra Madre, dándole el sentido último desde dentro al sí de Luchy pronunciado bajito pero con toda la alegría y la entrega.

domingo, 13 de enero de 2008

Francisco en el sitio de la Orden


En el sitio de la Orden de los Hermanos Menores -OFM= Ordo Fratrum Minorum-, por estos días se puede encontrar: una Cronología de la vida de Francisco, La Regla de Francisco para los Menores, Oraciones de Francisco y su Testamento. Entrar en http://www.ofm.org/francesco/

sábado, 22 de diciembre de 2007

Solemnidad del nacimiento del niño Jesús

Celebraba Francisco, con inefable alegría, el nacimiento del niño Jesús. Prefería la Navidad a las otras solemnidades y la llamaba la fiesta de las fiestas; celebraba ese día a Dios hecho niño pequeñuelo y criado a los pechos de madre humana.
Besaba con avidez, imágenes del niño que representaba en su corazón; lleno de compasión balbucía palabras de ternura.
Quería que en la alegría de esta fiesta los ricos den de comer en abundancia a los pobres y hambrientos. Que para los bueyes y asnos haya más pasto y hierba que lo habitual. Deseaba pedir a las autoridades que obliguen a los pudientes a tirar trigo y otros granos por el camino para que los pájaros, sobre todo las alondras, en tan gran solemnidad, tengan en abundancia.
Recordaba compadeciéndose hasta las lágrimas, las penurias y necesidades que tuvo aquel día la Virgen pobrecilla. Una vez, un hermano recuerda la pobreza de la Virgen y comenta la falta de todo lo necesario en Cristo, su Hijo. Francisco "con sollozos doloridos" se levanta de la mesa y termina de comer sentado en la desnuda tierra. Exalta entonces como virtud real a la pobreza puesto que ha brillado con gran resplandor en el Rey y la Reina. En otra ocasión consultado por los frailes acerca de la virtud que lo hace a uno más amigo de Cristo, les responde como confiándoles un secreto del corazón: «Sepan, hijos, que la pobreza es camino especial de salvación, de frutos muy variados, bien conocidos por pocos»
(cf Vida Segunda de Celano 199-200)